sábado, 1 de agosto de 2009

¡¡ Escarabajo tornasol !!

Por la mañana ha venido Marcia. Aquí estamos en una de mis casas con colección puzle.


Arriba salimos Marcia, Rubí y yo con el mismo paraguas de lacitos.

Luego cambié la hora del reloj y me puse en julio. Cazé, al fin el escarabajo tornasol.


Sin saber cómo un escorpión se puso a perseguirme y acabé tropezando contra un cartel. Me han picado 5 escorpiónes y 1 tarántula.


Al otro lado del río vi a Ópalo (mi enemiga mortal) justo al lado de un escorpión. ¡¿Porqué a ella no le hace nada?!

Luego tuve que ponerme a correr delante de una tarántula muy enfadada (¡¡Esto parecen las corridas de San Fermín!!)

Rufueto se sorprendió al verme e intentó timarme. ¡¡Quería que le comprara un gran escarabajo por 38.602 bayas!!

La verdad de Jacinto

Vi a Jacinto y algó se apoderó de mi: rabia, ira. Me hirvieron las venas y me chirriaron los dientes. Saqué la hacha de mi bolsillo y anuncié a Jacinto que su final se acercaba con un grito amenazador: "Voy a matarte"
Burton al ver que se había colado sin querer en una conversación que no tenía nada que ver nada con él, se fue con una cobarde despedida: "Bueeno... Yo tengo que ir a... alimentar a los tiburones..." Y sin que nadie le respondiera, se fue corriendo.


Jacinto, al ver que lo dejaban solo, fue alejándose con el pánico en su rostro. "No matarás a tu propio padre, ¿verdad?. Y delante de todos, te verán, avisarán a la policía... Eso sólo lo haría un loco..."
Le interrumpí con un grito grave y repleto de cólera: "¡¡¡CÁLLATE!!!. ¡Me volví loca en el momento en que me confesaste que eras mi padre! ¡No me importa lo que me pase depués de tu muerte, lo único que quiero es que dejes de perseguirme a todas partes!"


Levanté la hacha y cuando me abalancé sobre él para acabar con esta locura, paré el hacha en seco, justo a unos pocos centímetros una cabeza marrón y redonda.


Kasandra se interpuso entre Jacinto y yo, con cara de pena y compasión me soltó:
"¡¡Nooo!! ¡Por favor, déjalo! Sé que lo que te dijo te marcó de por vida, pero él no quiso decirlo."
Sin comprenderlo bajé la herramienta y la dejé continuar:
"Jacinto tiene un transtorno mental desde pequeño. Confunde las palabras. Cuando te dijo Yo soy tu padre, lo que te quiso decir fue Yo soy tu amigo"
"No me lo creo" le dije furiosa. "¿Cómo sabes que queria decir amigo?"

Kasandra suspiró, me miró a los ojos como si fuera a decir algo importante:
"Está bien... Veo que si no te digo toda la verdad nunca dejarás de pensar en eso. Lo que te he dicho antes era mentira. Jacinto es un robot. Tiene un altavoz que reproduce todo lo que yo digo con voz de caballo. Lo utilizó para hacer bromas a la gente del pueblo cuando me aburro. No quería que le dieras con el hacha porque descubririas mi pasatiempo al ver que en vez de sangrar, suena un ruido metálico. También no quería que lo destrozaras con el hacha porque me constó mucho tiempo y dinero construirlo. Eso es toda la verdad."

Entonces me paralizé. Me quedé pensando. Me sentí como un títere. Me habían manejado a su gusto. Habían jugado conmigo como con un simple muñeco. ¿No era lo que le pasaba a Jacinto todo el tiempo? Él si que era un robot al que cotrolaban. Hacía lo que Kasandra quería, no tenía culpa.

Abrí los ojos comprendiendolo todo. A quién tenía que matar era a Kasandra, era ella quién ideó ese plan para volverme loca. Agarré el hacha y golpeé con fuerza. Al terminar mi faena contemplé mi cara en el río. Tenía la cara, las manos y la ropa llena de sangre. Cualquiera que me vea pensaría que acabo de volver de la Tomatina.



Esta historia es de ficción. Cualquier parecido con personas, personajes, animales, organizaciones o hechos reales es pura coincidencia.

Totateke con Marcia

Ayer quedamos en ir por la tarde a Totateke. Hicimos un poco el tonto regando el río, peleas con el hacha, la red y las palas.



Fuimos a mi casa llena de muebles corazón que ella le dejó a mi hermano.
Cuando dieron las ocho en mi pueblo entramos en el café del museo, donde cada sábado viene Totateke a cantar. Aquí salgo yo bebiendome un café antes de la actuación.
Como decía Marcia: ¡Esto parece una discoteca! Me encantaron las canciones, ¡me dolían las manos de aplaudir!, y además están mucho mejor cuando viene alguien de fuera y las escucháis juntos.